23.1.11

Décima Cuarta Noche


             Nuevamente los recuerdos me invaden,  sus manos, sus ojos,  el cabello, los mismos elementos por los cuales uno se siente seducido, el cabello negro con largas mechas  rojas,   cubriendo su blanca piel con las manos perfectas.

Por un momento creí que me volvería loca. Me he subido al mismo vagón durante una semana entera esperando a que la chica de las uñas rojas regrese, a que el chico del vagón regrese. No se por qué espero verlos a los dos. Me he dado cuenta de que si a diario ponemos atención en lo que hacemos  y miramos a las personas que rodean nuestra rutina, las vamos a encontrar con frecuencia, mirando hacia el mismo lado, corriendo con la misma prisa, pasándose el mismo semáforo, encontrándose con nosotros sin reparar en ello. 



Pero ahora que me he dado cuenta, comienzo a pensar que muchas de las personas que pasan cerca de nosotros tal vez nunca más las volveremos a ver. Quizá mueran en el trascurso del día, o tal vez se muden a otra ciudad, quizá únicamente hayan estado de paso.

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 Mientras reflexiono en ello, busco con la mirada a Elise, así la he llamado, porque en uno de mis locos recuerdos, he visto que llevaba en su ipod la melodía de Beethoven, “Für Elise”, desde entonces no he dejado de escucharla. Me parece raro que  alguien “como ella” escuche ese tipo de música. Los días seguirán pasando, trato de encontrar algo que no se si volverá, necesito verlos a los dos, tienen algo en común:
mi ansiedad por encontrarlos.

Probablemente en unos días más hable de él.