Ya duermes y yo no dejo de pensar en ti, en el sonido de tu voz,
en la profundidad de tus textos, en tu enorme miedo de ceder a tus deseos.
Puedo leer la ansiedad que hay en tus dedos intentando decir un te
quiero, puedo ver el disfraz que le pones a cada letra, ocultando tus pupilas
dilatadas cada que me piensas.
Es más fácil refugiarse en la oscuridad y perderse en las sombras
de los sueños.
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